El modelo de Lopetegui, sin cambiar su estilo y sus señas de identidad, ha evolucionado en los últimos partidos hacia algo más completo y variado. Del 1-4-3-3 casi inamovible de la primera vuelta, el Sevilla ha abrazado otros registros con los que ha logrado sorprender a sus enemigos y que ha sabido alternar conforme han surgido las necesidades según el rival de turno y también las vicisitudes de la plantilla propia, esto es, sanciones, lesiones… Hoy puede decirse que el Sevilla puede jugar indistintamente con defensa de tres o de cuatro; con dos pivotes o con un pivote y dos interiores invirtiendo el triángulo; con un delantero o con dos y en el caso de jugar con un único punta poder elegir entre encerrar a la defensa rival en su área (con De Jong) o potenciar el juego de espacios (con En-Nesyri), aparte de la posibilidad de jugar juntos. En cuanto a nombres, Lopetegui tambien ha dotado a la plantilla de recursos muy importantes con jugadores en otras posiciones distintas a las habituales. En esto el máximo exponente ha sido Gudelj, pero también Koundé.