Lopetegui desea que De Jong le cargue de razones con números, no sólo con juego. El entrenador consensuó con Monchi que un perfil como el ex del PSV sería perfecto en el planteamiento de Sevilla que tenía en la cabeza. Un finalizador, que fijase los centrales, dejase espacio para la segunda línea -siempre más anotadora con Julen que la propia delantera-, destacando por el trabajo sucio más que por los propios goles. Aun así, un delantero no puede vivir de sensaciones positivas. Porque en el banquillo -y en la grada- esperan otro tipo de atacantes. Muy distintos a De Jong, pero con gol en sus botas. Chicharito fue la última bala de Monchi para completar un ataque, donde Dabbur no había arrancado con buen pie, ya que al técnico no le gustaba lo que ofrecía en los entrenamientos. Quería otro matador de área. Munir sí que gozó de una titularidad liguera, con buen partido individual en Eibar, para después no ser convocado. Y Dabbur es el principal damnificado de la gestión del ‘9’.