Desde que apareció en El Sadar una pancarta invocando al Gordo y algún iluminado inculpó, sin media hora de mínima investigación, a los Biris de estar detrás de su autoría, la cascada de guijarros y chuzos no ha dejado de caer sobre el Sevilla. Sobre el club. Los Biris no fueron nunca al Sadar. Ni exhibieron allí pancarta alguna. No es el caso, por ejemplo, de lo que ocurre en algunos campos norteños por todos conocidos.