Los buenos son los buenos. En Sevilla y en Pekín. Y en Olomouc, por supuesto. Lo tuvo clarísimo Pablo Machín cuando se encaminaba al vestuario del Ander Stadium resoplando después de que el escocés Bobby Madden ordenada que el partido había terminado. Porque si terminó con victoria del Sevilla, sólo fue porque Jesús Navas y Andre Silva salieron al rescate en el último cuarto del partido. El palaciego, que le cambió la cara al ataque, dio continuidad a la buena salida del balón de Banega y el portugués, en un timing perfecto, habilitó aSarabia para un gol en el minuto 82 que dará muchísima serenidad a los de blanco dentro de una semana en Nervión. Antes de ese final feliz, el Sevilla lo pasó mal. No es exagerado ni injusto afirmar que la victoria del pentacampeón de la competición tuvo tintes de fortuna.