Increíble pero cierto: el Sevilla se marchó de Zorrilla con cara de tonto. Y no fue para menos. Ganaba 0-2 cuando el reloj marcaba el minuto 81 de partido… y terminó encajando dos goles –el primero por un error defensivo y el segundo por el talento de Ebert lanzando faltas– que le impidieron poner fin a la maldición lejos del Sánchez-Pizjuán. Un empate con sabor a derrota que evitó el golpe de mano que Unai Emery estaba a punto de dar.