Empiezan a sonar voces de alarma en el Sevilla por dos o tres señales que cada vez se hacen más evidentes. Algunas responderán a la realidad futbolística y otras serán más apariencia que hecho objetivo. Pero ahí está la salida de la zona de Champions como piloto rojo de aviso, después de haber desperdiciado varias jornadas en las que los rivales directos no sumaron, algo que no se iba a eternizar. También es un piloto rojo que el Sevilla vuelva a sufrir un bajón de rendimiento y de clasificación justo en invierno, como le pasó el año pasado, que por estas fechas dio una de sus más pobres imágenes también en Vigo, antes de la destitución de Pablo Machín. Y otro piloto rojo, quizá más oculto pero que no pasa desapercibido al aficionado, es que cada vez es más patente lo que le cuesta generar fútbol de ataque al equipo de Lopetegui.