Mendizorroza no se le ha dado bien históricamente al Sevilla. Han sido pocas veces las que el equipo nervionense ha visitado el feudo del Alavés. En Primera División apenas en nueve ocasiones. Y sólo una vez salió victorioso en la élite, en diciembre de 2001, con un solitario gol de Casquero. A una hora intempestiva y después de un largo parón en el que no ha podido contar con muchos de sus futbolistas por los compromisos internacionales, el Sevilla afronta este domingo una cita en la que debe mostrar que su fortaleza no es flor de un día. Y debe hacerlo dando esa imagen de bloque solidario, pétreo y serio tácticamente que ofreciera en Cornellá y Granada. Porque si suena a algo Mendizorroza es al roce de la pana. El inconveniente de los muchos internacionales fuera, incluido Carriço, se contrarresta con que la mayoría de hombres que realizan la labor de resta y de presión han estado con Lopetegui estas dos semanas de parón. Pero aún no está Lucas Ocampos, duda hasta última hora, y Chicharito llegará justo de tiempo y sin conocer a sus compañeros.