Como todo en la vida, los momentos más felices siempre tienen su lado oscuro o menos bueno. Y en este caso no es otro que la cantidad de euros que se han dejado los sevillistas desde 2006 para acompañar a su equipo en las casi innumerables finales. Un dinero que, por ese sentimiento, no duele soltar, pero que con tanta acumulación de eventos que no hace tanto eran sueños, comienza a ser difícil de afrontar.