La cara de Míchel después de encajar el 2-1 lo decía todo. Instantes antes había quitado a Reyes, que en esos momentos era el mejor del equipo, para dar entrada a Rabello, manteniendo en el campo a Manu del Moral, que no había dado una a derechas. Reyes no debía estar lesionado porque se fue jurando en arameo, y es que acababa de gozar de un par de ocasiones que podían haber puesto al Sevilla con 1-2 después de una desastrosa primera mitad.