Corría el mes de mayo y el Sevilla culminaba una temporada llena de tropiezos y desencantos que se veían refrendados con la no clasificación a Europa por primera vez en los últimos nueve años. Míchel estaba en el alero y la dirección deportiva sevillista valoraba si el preparador madrileño debía seguir en el cargo o era mejor buscar un cambio en la dirección del primer equipo. Como casi siempre en las últimas temporadas que el Sevilla ha buscado entrenador, el nombre de Joaquín Caparrós, gran técnico que tan buen trabajo y nombre ha hecho en el Sevilla y en otros clubes de España, salía a la palestra.