«El Valencia tiene grandes individualidades, pero los resultados los fraguan los colectivos». La frase es de Pablo Machín y el fútbol se la afeó. El Sevilla se comportó muy bien como colectivo, pero los errores individuales, empezando por los miedos del propio Machín, tumbaron el trabajo en común en Mestalla. Bueno, tumbarlo, no; afearlo, sí. Porque el Valencia-Sevilla tenía un clarísimo signo de 2 en la Quiniela a poco que hubiesen estado menos amedrantados por el miedo al error el técnico y algún que otro jugador. En el fútbol, cuando un error es decisivo es porque el contrario ha sabido aprovecharlo con una acción meritoria.