El Sevilla de Sampaoli, hasta la fecha, no ha jugado prácticamente a nada. Y menos a lo que el técnico argentino se empeña en decir en cada comparecencia pública. Pero anoche, en la segunda mitad, sí se vio a un equipo ofensivo, presionando arriba y llegando al área rival sin descaso. Todo eso liderado por un Nasri que, en apenas unas semanas, se ha convertido en el faro de un conjunto que todavía muestra muchas carencias. El francés lo hizo casi todo bien ayer… pero necesita compañía.