Ni Raúl, ni Luis Enrique, ni Hierro, ni Guardiola… Álvaro Negredo sólo tenía ojos para un jugador bajito, de complexión delgada, que parecía no querer llamar la atención ante tantos referentes del fútbol nacional. Era Luis Cembranos, se encontraba en Cartagena, en un 26 de enero de 2000, y se disponía a debutar con la selección española. Apenas jugó 15 minutos tras sustituir a Valerón en el duelo ante Polonia y al término del partido se le echó encima (literalmente hablando) un joven imberbe que había hecho de recogepelotas en el encuentro aprovechando que se encontraba en tierras del Mediterráneo jugando unos partidos con su equipo, la selección de la AFE. «Luis, por favor, quiero hacerme una foto contigo. Es que yo soy también del Rayo…», fueron las palabras del hoy jugador sevillista.