A las 22.45, minuto arriba, minuto abajo, el Sevilla podría acariciar de nuevo la Champions League, con todo lo que ello conlleva para una sociedad que se construyó el pasado verano con el fin de encontrar en la máxima competición continental un equilibrio económico que le permita seguir teniendo jugadores de primer nivel. Es el premio que está en juego. Casi nada. Algunos estudios financieros certifican que los equipos que se clasifican una vez a la Liga de Campeones (casi de manera casual) encuentran la gratificación económica cuando ni siquiera tienen las estructuras ideales para la inversión;los que lo hacen dos veces de manera seguida adquieren la calma para poder seguir creciendo, y los que ya lo hacen por tercer año consecutivo, como podría ser el caso del Sevilla, empiezan a manifestarse en ese escenario propio de los clubes más ricos del mundo con aspiraciones mayores.
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