Noche de emoción, decepción y orgullo sevillista

En esa ruleta de casino en la que se ha convertido la vida de cualquier sevillista, ayer al valiente hincha le salió el negro cuando había apostado todo su dinero al rojo. La confianza era la de siempre, la de las finales, la de saber que aunque el rival parte a priori con ventaja se saben vencedores de la contienda sin ni siquiera pelearla. Todo esto quedó demostrado en la llegada del equipo a su estadio arropado por bastantes aficionados sevillistas que querían darle sus últimas palabras de ánimo a sus héroes, esos que cuatro horas más tarde volvían resignados a sus domicilios al no haber conseguido el pase a ls semifinales de una competición que apetecía bastante, dado el despejado camino que se le había planteado hasta la final.

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