A comienzos de verano, Monchi hacía una definición del mercado aludiendo al fichaje de Lovren por parte del Southampton a cambio de los 10 millones que pagó al Olympique de Lyon. Un club de la zona templada de la Premier arrebataba a golpe de talonario un puntal a uno de los históricos del fútbol galo, que, precisamente, no tiene problemas económicos. El diagnóstico era claro: el Sevilla no puede competir en igualdad de condiciones con equipos de la Premier, pero tampoco con los alemanes. Ni con los rusos, apostilló. La solución: abrir nuevas vías y utilizar la ´marca Sevilla´, ésa de la que presumen en Nervión y que ha ayudado a fichar a Marko Marin o Gameiro.