No está siendo desde luego fácil el diagnóstico del Sevilla 2012-13. Si existiera una palabra con la que definir este avanzado primer tercio de campeonato, ésa sería, sin temor a errar, desconcertante. Pocos dudaban de la capacidad de la plantilla antes de que comenzara la Liga para conseguir unos objetivos que ya se habían rebajado en junio: quedar entre los seis primeros. Incluso, tras los excelentes partidos ante Madrid y Barcelona, con diferente resultado pero mismas optimistas sensaciones, se habló de empezar a mirar logros más importantes. Sin embargo, la realidad es que este Sevilla ha pasado de intentar sobrevivir con victorias en su propio feudo, intercaladas con decepción tras decepción fuera de casa.