La prueba de personalidad que era defender el estatus de ser el mejor visitante de la Liga llegó una vez más a balón parado y mediante el fútbol control. Todo muy académico. El propio Lopetegui lo es, a veces hasta la exasperación, como en Mestalla, ante el Real Madrid o el Villarreal. La reacción tras dos partidos sin ganar necesitó, empero, de un antídoto contra ese vicio: Lucas Ocampos. El VAR es el academicismo legalista llevado a su extremo. Banega es el fútbol control en su quintaesencia y Ocampos es una fuerza de la naturaleza desatada en pro de los desequilibrios que no halla la perfección de la play station. Y Diego Carlos ha salido de un cómic. El aperitivo del almuerzo traía una dosis de caos en forma de Ocampos, bienvenido al mundo del fútbol control.