Para la mayoría de sevillistas, la séptima Europa League, fue un auténtico milagro, que tuvo dos protagonistas. El primero, la afición, y es que en un Sevilla que estaba muy mal en Liga, la afición tuvo mucho peso en el título.
El segundo artífice, fue José Luis Mendilibar, que llegó al Sevilla cuando Jorge Sampaoli tenía al equipo completamente destrozado, perdía y perdía, hasta estar muy cerca de los puestos de descenso.
Llegó el vasco, dejó claro a los defensas que se acabó el tiki taka y empezó a jugar bastante más práctico. Ahí empezaron a llegar a los resultados, y el equipo fue pasando eliminatorias hasta meterse en la final. Acabó con equipos como el Manchester United, la Juventus y la Roma en Budapest.
Desde que Víctor Orta fichó por los hispalenses, la relación con el entrenador no fue buena, y ya la temporada se comenzó con mal pie, porque no había una confianza plena en el técnico. El director deportivo estaba deseando de destituirlo.
A las primeras de cambio decidió echarlo, para contratar a Diego Alonso, que a la postre se convertiría en el peor entrenador de la historia del Sevilla, mientras que José Luis se fue a triunfar a Grecia.
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La temporada pasada ganó la Conference League, y este curso es líder de la Superliga griega, ha conseguido pasar directamente a los octavos de final de Europa League y en el día de ayer humilló al AEK de Atenas en la ida de las semifinales de la Copa nacional, 6-0, metiéndose en una nueva Final.