Fue el 5 de marzo de 1972. Había llegado al Sevilla con 15 años procedente del Don Bosco y, tras ascender por esa cantera a la que tantísimo daría luego, por fin pudo defender el escudo de sus amores. Fue una fresca tarde gijonesa. El Sevilla perdió 1-0. Pablo Blanco Blanco (Sevilla, 15-12-1951), macareno de la calle Arrayán, inmaculado sevillista de leyenda, empezaría a saborear la miel de la gloria más tarde. Primero degustó la hiel de la Segunda División, entre 1972 y 1975. “Éramos muy jóvenes, yo debuté con 17 años y él con 18 –recuerda Sanjosé–. Fueron tiempos duros, descendimos, estuvimos tres años en Segunda y el Sevilla en todos los campos era el equipo a batir”. Así fue forjando en mármol incorruptible su épica sevillista Blanco, temible secador de figuras durante 415 partidos.