El torneo de la ilusión se pone hoy en marcha para un equipo que, casi sin proponérselo, ha llegado a generarla particularmente con su comportamiento en dos partidos de fútbol en el final del mes de octubre, frente a Real Madrid y Barcelona. El Sevilla de Míchel, fiel a la idiosincrasia de una afición y una ciudad que se rige sólo y exclusivamente en demasiadas ocasiones por el último resultado, ha tenido elevados los índices de moral de su gente hasta hace bien poco, hasta justo antes del partido de Zaragoza, por poner un ejemplo, y olvidar el de Vigo con el bálsamo del 3-2 al Mallorca.