El otro partido: Grita bien fuerte, Mudo, grita y grita

Ninguno lo merecía más que él. Ninguno había realizado un trabajo más efectivo, y generoso, en el ingrato cometido de intentar robar la pelota en posiciones adelantadas. No se trata de sudor: el Mudo Vázquez suda nada más subir las escaleras desde la bocana de vestuarios y que su cuerpo esté empapado no quiere decir nada. Pero sus carreras para hostigar a alguno de verde, sus esfuerzos por obstaculizar los avances del Leganés, sí que distinguieron a un profesional de una pieza que lo da todo por la camiseta. El Mudo podrá fracasar por llegar tarde con esas barcazas que tiene por pies, porque hay mucha más chispa en sus neuronas que en sus pesadas piernas. Pero no porque se ahorre un golpe de riñón.

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