Desde que el pasado verano una panda de desalmados dejaran la imagen del Sevilla y, lo que es peor, de su afición, por los suelos con unos bochornosos acontecimientos en Rota que no son necesarios recordar -porque difícilmente podrán ser olvidados por ninguno de nosotros-, la guerra abierta entre club y afición no ha hecho más que crecer. Tanto que se ha ido generando una situación que a día de hoy roza lo insostenible.