En el Sevilla, la guerra accionarial se encuentra en pleno fragor y amenaza sangre. Un caramelo (según los inversores extranjeros) valorado en más de 1.000 millones de euros está en juego. Y en la partida maquiavélica, varios protagonistas sobre la mesa: los accionistas minoritarios que representan al sevillismo de base, o mayoría cada vez menos silenciosa, y los grandes accionistas, que ambicionan el pastel. Entre estos, la cabeza más señalada es la de José Castro, presidente del club, al que los primeros acusan sin tapujos de ser testaferro y punta del iceberg de la gran operación de venta del Sevilla a un potente inversor americano.