La tensión sí llegó cuando fue sustituido por Vitolo en el minuto 66. Ahí se calentó y se fue al banquillo de mala gana, haciendo aspavientos nuevamente inoportunos. Esta situación creada de la nada parece que lo tiene superado. El más sensato en su discurso es Emery, quien le invita a que los pitos los transforme en aplausos con un buen rendimiento, la clave del fútbol. Desgraciadamente, esto de momento no ocurre.