Iglesias Villanueva es uno de esos árbitros que, in ictu oculi, te arma un follón de la nada. Parece que tiene el partido controlado, pero, de pronto, empieza a denotar fallos de interpretación. Ve al revés un saque de banda, no ve falta donde la hay o se inventa una donde no la hay. El córner que entre él y su auxiliar, el de la banda de preferencia del Estadio de Gran Canaria, sancionaron en una jugada en la que desde la distancia se vio clarísimamente que fue fuera de fondo de Michel Macedo, gracias a la anticipación de Sandro, fue una pista peligrosa. Luego, en ese flanco llegaron las dos jugadas polémicas: un penalti inexistente y un gol semilegal. La contingencia de toparse con la ineptitud de un pistolero como el gallego hay que zanjarla a base de goles. Y las pistolitas de mixtos, dejarlas para la Feria.
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