No es nada nuevo. Hay dos situaciones en las que los dedos acusadores giran hacia los preparadores físicos. Una es cuando hay rachas de malos resultados y otra, cuando coinciden en el tiempo un número elevado de lesiones. Si a esto se le añade el extraño episodio que la planificación del Sevilla vivió a un día sólo de comenzar la pretemporada al romperse el acuerdo con Bernardo Requena, el debate y el morbo están servidos.