Ambiente caliente en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Incluso se llegaron a escuchar, sobre todo al descanso, gritos de «¡Pepe Castro, dimisión!», acompañados de una bronca que al final del choque fue menos, fruto de la resignación de una afición que desde el minuto 80 comenzó a marcharse del estadio ante la incapacidad de su equipo. El Getafe sacó a relucir las carencias de este Sevilla, cuya resaca del derbi ha sido bastante duradera y con pocas dosis de autocrítica, más allá de la acción polémica de Roque Mesa con Pau López. Una derrota que invita a la reflexión en el cuadro de Nervión, que anoche fue bastante previsible en su fútbol, con una batalla táctica en la que José Bordalás salió claramente ganador ante Pablo Machín, enrocado hasta el final en su esquema de tres centrales. Los azulones lo vieron claro, presión sobre Roque Mesa y Banega en la salida del balón y verticalidad y velocidad en busca de la portería de Vaclik.