Muy enfadado se mostraba Quique Sánchez Flores al término del partido entre su equipo y el Alavés, que provoca su tercera derrota desde que es entrenador sevillista.
El técnico se mostraba muy contrariado por los goles a balón parado, apelando a la responsabilidad de los jugadores, en unas acciones que ensayan durante la semana.
«Hay muchas horas de preparación entre semana a balón parado. No te pueden ganar las primeras jugadas, y no podemos estar siempre preocupados de colocar siempre a los jugadores, porque tienen que saberlo. Ha sido hoy una responsabilidad, lo del balón parado, y es una lástima. Es algo que tenemos que hablar y que mirar y analizar bien entre todos» comentaba en un primer momento.
Abundaba más sobre el tema: «Es una parte importante de la preparación. Sabemos a dónde va el balón, sabemos a dónde van los jugadores, sabemos cómo atacar, pero eso lo ha cambiado todo. Hemos tenido todo el tiempo esa amenaza y es una situación incomodísima jugar un partido así y al final se ha decidido ido así».
«Hoy han salido los fantasmas. Hemos echado muchas horas con el balón parado, intentando hacerlo lo mejor posible. Pero hoy nos ha penalizado todo, todo ha salido todo mal», dijo.
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La solución
«Lo que hemos hecho es respetar los números del Sevilla por no cambiar todo al mismo tiempo. Había cosas más importantes que cambiar y la numerología estaba a favor del Sevilla en el balón parado en lo que llevamos de temporada. El balón parado es una cuestión de tensión y de actitud. Es el momento de partido en el que más tiempo tienes para tomar decisiones y ahí está la tensión, la anticipación, el compromiso, el llegar, darle importancia… Y los chicos se tienen que dar cuenta que les cambió la vida, cambió el partido y cambió el ambiente. Teníamos una vibración brutal con 40.000 personas en el estadio desde el minuto 1 y esto lo que hizo es separar a nuestra gente. Es la parte del fútbol más controlable, sabemos dónde van los balones y dónde se mueven los jugadores y cuáles son los movimientos».
«Magia no hay. Yo me siento reconocible con el equipo de los primeros 25 minutos. Me interesa, me motiva y es capaz de emocionar a 40.000 personas. Y la reacción de la segunda parte también es digna. Pero el contexto general es de una situación muy delicada. Porque de cada partido sacamos unas enseñanzas buenas y unas enseñanzas bastante malas. Y esto de hacer y rehacer es una montaña rusa que te lleva a unos niveles de exigencia altísimos. Bueno, estamos en esto y vamos a tratar de resolverlo».