Cuentan las crónicas que los “100.000 hijos de San Luís”, al cruzar los montes que nos separan de la Meseta Central y atisbar un imponente paisaje de tierras ocres y olivos, rindieron armas al entender encontrarse ante algo distinto, un nuevo país al que enfrentarse, de exclusiva belleza y singularidad. Siguieron su camino de sorpresa en sorpresa, conociendo nuestra tierra con una mezcla de asombro e incredulidad que transmitieron a su gente al volver a su lugar de origen. Sus sugerentes relatos animaron a románticos viajeros a acercarse hasta aquí para conocer un pedazo del mundo tan distinto como es este.