Míchel se ha encargado de inculcar a sus jugadores desde que el trabajo comenzó en Costa Ballena que hay que hacer la a antes que la b, la b antes que la c… y así sucesivamente -sin saltarse ninguna letra- hasta completar el abecedario. Parece que la lección está aprendida y eso de pensar en los objetivos antes de hacer la tarea no va con este fútbol tan exigente. Una vez aparcado el estallido de moral que supuso la victoria sobre el Real Madrid, al Sevilla le toca de nuevo volver a su realidad, que no es otra que la de sumar como una hormiguita en citas sin el tirón mediático de la última batalla librada en el Ramón Sánchez-Pizjuán.