Marcaban las once de la noche en el reloj cuando un alicaído Fernando Navarro salía del césped del Santiago Bernabéu tras caer derrotado el Sevilla por un contundente 7-3 ante el Real Madrid. La dureza del marcador le impidió disfrutar de una efeméride importante en su carrera profesional: había cumplido 300 partidos en Primera división. No era su mejor regalo, pero el lateral (ahora central) catalán ha aprendido durante su vida a forjarse una carrera en base a tres principios básicos: regularidad, esfuerzo y constancia.