El trofeo pesa 15 kilos, es de plata y descansa sobre un pedestal de mármol amarillo donde lucen las banderas de los países que la disputan. Justo por encima del pie, un grupo de jugadores que parecen estar peleando por un balón, sujetan la Copa octogonal, culminada en su parte superior por el emblema de la UEFA. Es una copa sin asas porque, como dice un buen amigo, no está hecha para cogerla sino para abrazarla. Y por los más grandes. En los 70 lo hizo Kevin Keegan, Stilike o Dino Zoff. En los 80 la abrazaron un tal Maradona, Butragueño o Baggio. En los 90, Matthaus, Zola o Zanetti. Y en lo que va de siglo XXI, Arshavin, Gerrard o Lampard. Y, junto a ellos, Javi Navarro (Palop) y Rakitic levantaron la joya de Bertoni.