Este pasado 10 de diciembre el Sevilla vivió una de las Juntas de Accionistas más movidas de su historia. Pasó todo lo que estaba escrito en el guión. Los grandes accionistas, los que mandan y los que acaban de volver al consejo de administración, se han quitado la careta. Ni quisieron blindar el Sánchez-Pizjuán, ni quisieron favorecer al sevillista para la compra de acciones. En este caso, prefirieron igualarlo con el extranjero millonario, o pobre, que no sabe lo que es el club. Fue la junta de las críticas a José Castro y el de la valentía equivocada de Carolina Alés. «Ah, ¿qué no tiene dinero para comprar?» o el «somos libres de vender», serán dos frases que se recordarán en el sevillismo.
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