A media que avanzaba el tiempo y continuaba la lluvia, José Antonio Reyes, que no jugó ni estaba convocado, aquejado aún de su operación de apendicitis, empezó a reparar en un detalle. Queda una Final de la Copa del Rey por delante, ni más ni menos, ante el Barcelona, y no anda el Sevilla muy amplio de efectivos. Por eso el utrerano empezó a recomendar a sus compañeros que acabada la fiesta se marcharan de inmediato al vestuario para evitar un inoportuno resfriado. Les conminó a que se taparan y que no tardaran cuando acabara la fiesta.