José Antonio Reyes tenía una capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas o admirables. Sí, era un genio. En su caso, con un balón en su zurda. El dolor no menoscababa ayer a Pablo Blanco su habitual locuacidad: “Lo tenía todo como atacante, era rapidísimo, también en conducción, encaraba, regateaba, le pegaba que la rompía, la pasaba y asistía con su gran visión del juego… era un prodigio y lo disfrutamos”. Nueve años tenía Reyes cuando el Sevilla vio enredado en sus redes tamaño diamante: “Un técnico, Pepe Ibáñez, me llamó y me dijo que había un gitanito en Utrera que era un espectáculo”. Tan claro lo vieron Blanco y Pepe Alfaro en el Sevilla, que le procuraron la gloria, sobre todo cuando vieron las señales en verde y blanco que manaban del hogar del niño…