Quitando el trienio Berizzo, las miradas al modelo del Barcelona en los últimos años han sido muy evidentes. Primero con Luis Enrique y ahora con Juan Carlos Unzué, está claro que el Celta, lejos de apostar por una identidad propia, quiere importar un tipo de juego totalmente externo, artificial y discutiblemente amoldable a la realidad de una entidad como la viguesa y a la del fútbol.