Incluye nuestra idiosincrasia la mala costumbre de no valorar en su justa medida lo que nos rodea, de menospreciar lo nuestro para enaltecer lo que procede de fuera. Y, aunque ya ha alcanzado la categoría de tópico, esta tendencia responde a una realidad indiscutible, a una situación instalada en la cotidianidad y muy habitual en el mundo del fútbol, en el que el jugador de la casa se enfrenta a un nivel de exigencia superior simplemente por su origen local.