«Me molestó mucho, aunque fuera un chaval, y le dije que si el Sevilla era grande lo era por los canteranos y los jugadores de la casa. Nosotros le presentamos unos meses antes un contrato vitalicio que no aceptó. Era un contrato en blanco de 10 años con la única condición de que queríamos ganar lo mismo que el que más ganase en la plantilla», añade Ramos.