Corría el año 2015. El Sevilla había ganado su segunda Liga Europa de forma consecutiva y llegaba el premio de jugar la Liga de Campeones. El equipo de Nervión volvía a la competición más importante del mundo a nivel de clubes, y lo hacía con un mensaje claro: había que instalarse en la elite. Por aquel entonces hubo declaraciones contundentes. Por ejemplo, en plena celebración del título, Emery le gritó a la afición «vamos a por la Champions, a jugarla y a vivirla». Y un par de meses más tarde, ya en frío, el presidente, José Castro, mantenía la línea: «Queremos tener un equipo competitivo de cara a una temporada ilusionante. Jugamos la Champions después de muchos años y queremos seguir creciendo, que es nuestra meta. Tenemos que aprovechar el momento que vivimos, pero sin vanagloriarnos, ya que el fútbol no tiene memoria». Hoy todos esos deseos se han convertido en una realidad.