Llegó en el verano pasado con la aureola de jefe, de hombre con carácter y fuerte implicación para liderar al equipo desde la defensa. Sin embargo, muy poco se pudo apreciar de las condiciones de Emir Spahic, en ciertos casos, por dar un nivel inferior a lo que se esperaba, y en otras, las que más, por una lesión que lo mantuvo varios meses lejos de los terrenos de juego. Sólo pudo disputar 22 partidos de Liga (los últimos once ni siquiera fue convocado) y se comenzó a crear un caldo de cultivo absolutamente negativo para los intereses del jugador y del propio Sevilla.