Él es Paco o Superpaco, ese hombre cercano a los dos metros de altura que naciera en La Isla en marzo de 1948, que triunfara como guardameta en el Sevilla y en el Cádiz, que seguiría vinculado al fútbol varios años más como presidente del San Fernando y que disfruta ahora de su retiro mimando el Timón de Roche, ese restaurante que levantó años atrás, que gestiona junto a sus hijos y que es una referencia hostelera de la provincia. «¿Cuernos? A mí en el campo del Betis hasta me han disparado. Que sí, que sí. Yo estaba en el campo y escuchaba a mi lado el zumbido de los balines. Eso era terrible. Pero es que era otra época. A García Remón, un portero que tenía el Real Madrid, le llegaron a tirar en San Sebastián un tornillo de la vía del tren. Y menos mal que el tornillo dio en el poste, porque si no lo matan allí mismo».