Julen Lopetegui, cuyo estupendo trabajo tiene al Sevilla de momento en una tercera plaza por encima del poderío real del plantel que maneja, se ha empeñado en repetir una fórmula que quizá parafrasea a la regla de oro de los almuerzos comunales de los jornaleros andaluces: “Golito y paso atrás”. En demasiadas ocasiones le ha sido adversa la fortuna como para plantearse variar, pero tiene la cabeza dura, ay, como aquellas piedras que levantaba su forzudo padre. Los meritorios 51 puntos que luce el Sevilla han llegado a ser 70 en la clasificación virtual que cada aficionado tiene en su cabeza durante los encuentros. Son muchos puntos, diecinueve, los que han volado por ese defecto evidente de “no saber cerrar los partidos”, un grial que Lopetegui pretende alcanzar con la fórmula del atrincheramiento y que tal vez sería mejor buscar mediante la rotundidad del tiro de gracia.