El fichaje del jugador heleno no fue porque la dirección deportiva sevillista estuviera siguiendo al jugador desde hacía tiempo ni nada parecido. Según cuenta el propio futbolista en una entrevista concedida a El País: «Según me contaron los técnicos, vinieron a Grecia a por Karapialis, que jugaba en Olympiacos. Y en un restaurante les oyó un camarero, que les dijo que se fijaran en un chico del AEK. Fueron a verme y me ficharon. Lo único que conocía yo de Sevilla era dónde estaba en el mapa y que Maradona había jugado allí». Gracias a ese chivatazo de aquel camarero el Sevilla se hizo con un jugador que dejó huella en el club y en la afición.