Sólo cuatro días antes, en Santander, saboreó el éxito del gol. Parecía no esperarlo después de 20 jornadas. Y le gustó. Primero marcó en el minuto 29 y luego repetiría en el 69. En ambos casos se sintió protagonista muy a su pesar y terminó corriendo como un poseso a su posición en el centro del campo para que Jiménez no pudiera recriminarle algún tipo de desconcentración para presionar luego al rival.