El malo de la Supercopa de Europa, el hombre que falló la ocasión que le pudo dar otro gran título al Sevilla, el mismo que no pudo obtener su redención en San Mamés, levantó un obelisco en Nervión como lo levantaban los faraones para recordar sus grandes hitos en el Valle del Nilo. En-Nesyri trajo uno del Magreb para escribir otro episodio memorable que agranda la leyenda sevillista. Como un Ramsés redivivo en Nervión, En-Nesyri, espigado hasta ser desgarbado y a veces descoordinado, marcó los dos goles de la remontada del Sevilla, uno con la zurda y otro con la derecha, ante un Krasnodar que sufrió la crudeza de la voracidad épica de un rival alimentado de héroes-villanos.
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