Aquella campaña, los ingresos vinieron por la venta en el mercado de invierno de José Antonio Reyes al Arsenal mientras que el gasto se hizo en la compra de un desconocido mediocentro llamado Julio Baptista que Joaquín Caparrós se empeñó en colocar arriba porque veía que tenía gol. Aquel año, cuando el sevillismo se comenzaba a ilusionar con el incipiente proyecto de Del Nido, también llegaron jugadores como Aitor Ocio, Martí, Germán Hornos, Antonio López, Esteban o Luis Gil, entre otros.