Vender para crecer (y crecer)

Monchi se va del Sevilla. Nada es eterno, aunque él ha parecido convencerse de lo contrario. Ha llegado a sentir su vínculo con el club de sus amores, que iba para las tres décadas, como una atadura con visos de eterna. Ya amagó hace un año y da el paso. Pero deja un legado. La personalidad del Sevilla contemporáneo tiene su trazo. Si su mano tembló a veces con un guante enfundado, apenas lo hizo para estrechar la mano de jugadores, directivos e intermediarios para fichar jugadores.

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