Vuelve el Sevilla mediocre, el que es capaz de lo mejor y de lo peor, el que te deja siempre con la duda de qué versión va a sacar a la luz cuando empiezan los partidos.
Ese Sevilla que uno ve que tiene buenos jugadores, que han triunfado antes en otros equipos, que siguen triunfando después cuando se van de aquí, pero que en nuestro equipo se muestran como este mismo: mediocres. Ni chicha ni limoná, sí, pero no, sí pero no del todo, no exactamente, no como esperábamos. Siempre un poquito menos.