En el primer balón que recibió, abierto a la banda en esa zaga de tres, con Promes ya arriba en el carril siniestro, el centroeuropeo hizo una declaración de intenciones y arriesgó con un pase al espacio, algo largo. Desde ahí, recordó a Lenglet por su facilidad para filtrar el pase raso que salva líneas enemigas. También por su falta de cochura en algunos lances, lo propio de su tierna edad. Con la pelota, apenas cometió errores en la entrega y destapó sus recursos técnicos con una galopada en la que dejó atrás hasta a tres rivales, encontró a Promes y, tras la devolución del holandés, soltó un latigazo cruzado que no se coló junto al palo izquierdo de Oier por muy poco. Fue jugada de defensa fino, limpio, talentoso. Y zurdo. Se presentó en sociedad el epígono de Escudé, SQD.
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